Arde la noche en Pontevedra: un nuevo incendio sacude la calle Pastor Díaz.
Vecinos en vilo tras el incendio de una furgoneta frente al ISFAS
No eran ni las diez de la noche y ya se mascaba la tragedia. El cielo de Pontevedra se tiñó de gris, de ese humo espeso que no avisa pero lo inunda todo. En la calle Pastor Díaz, a la altura del número 25, el silencio se rompió con un fogonazo: una furgoneta blanca de trabajo empezó a arder por el capó, justo donde se aloja el motor, y lo que vino después fue puro desconcierto.
El olor a quemado, como si mil papeles ardieran al mismo tiempo, alertó a los vecinos de la zona. No tardaron en salir a las ventanas, ni en marcar el 112. Lo que parecía un fallo menor acabó siendo un buen susto en una zona que ya carga con bastantes. Y no, no es la primera vez que algo así pasa en el entorno del ISFAS.
La chispa que encendió las alarmas
A esas horas, cuando la mayoría de la gente piensa más en la cena que en catástrofes, el fuego se abría paso por el motor como si llevase prisa, extendiéndose con una rapidez digna de análisis. La furgoneta ardía como si alguien hubiese rociado gasolina minutos antes, aunque las causas del suceso aún están en fase de investigación.
Los servicios de emergencia se presentaron con la celeridad de quien conoce la gravedad de lo que tiene entre manos. Los bomberos lograron sofocar las llamas antes de que alcanzaran a otros vehículos o elementos inflamables cercanos, pero el susto quedó sembrado entre los vecinos.
Y aquí es donde la pregunta inevitable vuelve a aparecer: ¿Estamos preparados?
Prevención más que reacción
A estas alturas, no se trata solo de mirar al cielo y esperar que no nos toque. Tener un extintor cerca no es una exageración; es sentido común. En garajes, en vehículos de trabajo, en portales comunitarios… la prevención es la única barrera real ante el fuego cuando este decide visitar sin avisar.
Para quienes se preguntan dónde comprar un extintor, la oferta es amplia y accesible. Desde tiendas especializadas en seguridad hasta distribuidores online con envío inmediato. Y sí, hay modelos portátiles, ligeros y efectivos incluso para vehículos.
Porque seamos claros: si esa furgoneta hubiese tenido un extintor a mano, quizás hoy estaríamos hablando de un conato, no de una columna de humo visible desde medio barrio.
Extintores: ¿inversión o gasto?
Entramos en terreno espinoso. Porque siempre hay quien pregunta cuánto cuesta un extintor, como si la seguridad tuviera precio. Pues lo tiene, sí, pero uno irrisorio si lo comparamos con el coste de un incendio sin control.
Los extintores precios oscilan entre los 20 y los 100 euros, dependiendo del tipo, capacidad y tecnología. ¿Y eso es caro? Piénselo así: lo que usted se gasta en cenar un sábado cualquiera puede ser lo que le salve la vida o evite perder su herramienta de trabajo, como esa furgoneta calcinada.
Y lo más grave de todo esto no es el vehículo en sí, sino el riesgo que supuso para quienes viven en el entorno. Una chispa más y estaríamos hablando de fachadas negras, ventanas rotas y evacuaciones.
Lo que todo ciudadano debe saber
Aquí es donde suele fallar el sistema: la información sobre extintores sigue siendo escasa, técnica y poco práctica para el ciudadano común. ¿Sabía usted, por ejemplo, que hay extintores específicos para fuegos eléctricos? ¿O que los de polvo no son recomendables en cocinas? ¿Y que caducan?
Un extintor no es una decoración colgada en la pared. Es una herramienta viva, que debe revisarse, mantenerse y saberse usar. De nada sirve tener uno si nadie sabe quitar el seguro o apuntar bien. Y no, no basta con un cursillo de hace diez años. Como todo en la vida, la seguridad también se entrena.
Los vecinos de Pastor Díaz podrían hoy estar limpiando hollín de sus ventanas. No ocurrió, por suerte. Pero la próxima vez, ¿quién garantiza que el fuego no elija otra víctima?
Bomberos, sí. Pero también conciencia ciudadana
La actuación de los bomberos fue impecable. Rápida, eficiente, precisa. Pero el trabajo de los cuerpos de emergencia no debería ser apagar fuegos que se pudieron evitar. Es responsabilidad compartida. De las autoridades, que deben promover campañas activas de concienciación. Y de nosotros, los ciudadanos, que debemos entender que un extintor no es solo para las empresas ni para los talleres mecánicos.
Es para todos. Y si no, que le pregunten al dueño de esa furgoneta lo que habría dado por tener uno al alcance cuando todo empezó a arder.
Una ciudad en alerta silenciosa
Este no es el primer susto. Ni será el último. Pontevedra, como muchas otras ciudades, vive bajo la amenaza silenciosa de pequeños focos que pueden convertirse en tragedias si nos dormimos. Vehículos mal estacionados, cables al límite, baterías que explotan, descuidos humanos… todo suma.
No esperemos a que las llamas nos despierten para reaccionar. Exijamos protocolos, revisiones técnicas, vigilancia. Pero también asumamos nuestra parte del trato: la prevención empieza por uno mismo.
Y la próxima vez que vea una furgoneta blanca de trabajo aparcada en su calle, no piense solo en el reparto que hará al día siguiente. Piense si está equipada. Si podría arder. Y si usted sabría qué hacer en ese momento.
Porque al final, la diferencia entre una anécdota y una tragedia puede ser un simple extintor colgado en su sitio.